En este momento cualquiera puede decir que “según un estudio de una Universidad prestigiosa, las personas más sensibles son las mejores parejas” o que “según otro estudio de una Universidad aún más prestigiosa, si él/ella no hace lo mismo que tu has hecho por la relación debes alejarte y olvidarlo(a) cuanto antes” o peor aún “según otro estudio de la que podría ser la Universidad más importante del mundo las parejas más felices son las que siempre se dicen la verdad”.
Hoy en día nos encontramos en una época peligrosa por la inmensa cantidad y diversidad pero poca calidad de la información que nos rodea y que tiene por objeto explicarnos como funciona el mundo. Hoy en día vemos miedo la forma en que la gente pretende dar explicaciones sencillas a los problemas emocionales o de pareja con los que conviven día a día y estas explicaciones cada vez son más populares y porque a pesar de ser sencillas generan una cantidad más grande de sufrimiento a la gente que las conserva, generando en sus mentes expectativas irrealistas de cómo debemos comportarnos los seres humanos o como deberían ser las relaciones de pareja, pero lo que más se observa hoy en día es que estas explicaciones se escuchan bastante coherentes y que nos vamos creyendo hasta que las hacemos parte de nuestra vida diaria.
Uno de estos términos que más se va escuchando hoy en día es el que se refiere a la gente "Toxica", así como lo escuchas esto es mas como si pudiéramos comparar los sentimientos, comportamientos, pensamientos, decisiones o historias de vida de un ser humano con las propiedades dañinas o malas de una sustancia que se considera venenosa que puede llegar a causarnos la muerte en pocas palabras que por su propia naturaleza es malo.
Pero antes debemos de reflexionar para distinguir entre la esencia de un ser humano y su conducta; si bien sus conductas pueden seguir una tendencia, estas son individuales y además infinitamente variadas, el ser humano es el resultado de cientos de miles de conductas en todos los aspectos de su vida, no solo de un grupo de ellas que evidentemente no siempre aparecen y que solo representan un área muy especifica de su vida. Claro que todos podemos ser victimas o victimarios manifestando dichos comportamientos y estos no podrían nunca ser suficientes para explicar la personalidad o esencia de una persona.
Muchos seres humanos critican a sus parejas, las ignoran, las culpan por sus problemas, intentan controlar sus decisiones o amenazan con irse para infundir angustia, evidentemente estas conductas no sirven de nada y dejan de ser saludables en cualquier relación, pero no determinan la totalidad de un ser humano, ya que por ofensivo que sea el comportamiento de una persona, este nunca se podrá entender a través de una explicación moral, es decir una explicación en términos de bueno o malo, ya que esta supuesta “toxicidad” no es una característica con la que la gente nace, siempre tiene una historia donde están involucrados muchos personajes.
Para entender porque una persona reproduce dinámicas de esta naturaleza es necesario indagar las razones autenticas de tales comportamientos y encontrar tal autenticidad implica una ardua labor que nos llevará a identificar la cultura en la que se ve inmerso(a), su historia de vida, el estilo de crianza al que fue expuesto(a), las experiencias que tuvo con otras parejas, las ganancias que conllevan tales respuestas tóxicas, la forma en la que esa persona interpreta el mundo, las relaciones de pareja, el amor, la forma en que se ve a sí misma e incluso su filosofía de vida.
La sangre que corre por nuestras venas no está hecha del más letal de los venenos, ni mucho menos del más fino de los perfumes, los seres humanos solemos una combinación de virtudes y defectos, somos una lluvia que puede traer vida a la cosecha pero que también puede inundar los campos de cultivo y precisamente es ahí donde empieza la complejidad de las personas, es claro que potencialmente todos tenemos la capacidad de dañar pero también al mismo tiempo de curar o de amar.
La etiqueta de “toxico(a)” también es socorrida porque evita que uno asuma responsabilidad por el desenlace de una relación ya sea de pareja o interpersonal, es sumamente cómodo el atribuirle toda la responsabilidad al tóxico o la tóxica, porque alivia nuestra angustia, no exige que llevemos a cabo cambios en nuestras prácticas cotidianas y porque al mismo tiempo nos convierte en las victimas de cualquier situación desafortunada.
Responsabilizarte siempre implicará una suma mayor de esfuerzo de manera inmediata, porque conlleva a la reflexión y a la realización de cambios a corto y mediano plazo, mientras que la etiqueta no exige de tales acciones a corto plazo, sin embargo conlleva a un riesgo bastante peligroso a largo plazo, quien etiqueta se convierte en alguien enojado(a) y el enfado a largo plazo nos lleva al rencor, a la frustración y en ocasiones a la depresión.
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